martes, 25 de febrero de 2014

White Hotel en Santorini (Grecia)

El pasado septiembre viajamos a las islas griegas. No teníamos muchos días libres, así que preferimos centrarnos solo en dos para poder disfrutarlas en condiciones. Tras una breve escala en Atenas (ciudad decepcionante donde las haya), aterrizamos en Milos. Pasamos cuatro días en un hotel fantástico, Psaravolada, un lugar paradisíaco alejado de todo y de todos, atendido por una familia griega dulce y amable que hizo que nuestra estancia en la isla fuera inolvidable. Aprovechamos para recorrer la isla en catamarán, una experiencia recomendadísima que estoy deseando repetir. Os hablaré de nuestra estancia en Milos en breve.

Desde Milos tomamos un ferry a Santorini. De entre todas las islas griegas, la escogimos precisamente por un hotel que queríamos conocer. Un familiar había pasado allí sus vacaciones hace tiempo y volvió contando maravillas. Desde entonces tenía esa espina clavada y por fin pude quitármela. Estaba deseando conocer el White, un hotel boutique de solo ocho habitaciones ubicado en una de las zonas más famosas de la isla, Imerovigli, con unas vistas impresionantes a la caldera.



Creo que hay cosas importantes que decir de este hotel. Como su nombre indica, está edificado en piedra de blanco inmaculado, siguiendo el tipo de construcción típico de la isla. Imagino que para no estropear las vistas, este formato de arquitectura elimina casi por completo muros y paredes, dejando solo los imprescindibles. Se genera así un conjunto arquitectónico muy curioso y estéticamente precioso, pero con grandes problemas de intimidad.

Esta circunstancia no sucede exclusivamente en el hotel White, prácticamente todos los hoteles de la zona están construidos siguiendo este modelo tradicional, por lo que es un problema común que afecta a la mayoría de ellos. Lo que ocurre es que, por la ubicación de excepción del hotel White y por las impresionantes vistas que ofrece, es un punto de especial acumulación de turistas en ciertas horas, lo que hace de este problema algo bastante molesto.


En el hotel solo hay ocho habitaciones. Nosotros, después de leer varias opiniones en Tripadvisor que iban en la misma línea (bendito Tripadvisor) tuvimos el buen ojo de reservar las intermedias. Os explico: de las ocho habitaciones, las que llaman Junior y las Superior Suites son las más asequibles (230-350 euros) pero no las recomiendo en absoluto (si no quieres encontrarte, por ejemplo, con que estás en el jacuzzi mientras pasan por tu lado decenas de turistas). El tipo de habitación en el que nos alojamos nosotros, la Suite (390-440 euros), tiene un mayor nivel de intimidad. La mejor es la Pearl Homeymoon Suite (550-600 euros), ubicada en el piso más alto, con intimidad total. Si volviera al hotel White me alojaría en ésta última sin dudarlo.


El hotel presume de ofrecer las mejores puestas de sol de la isla, y casi del mundo, y es completamente cierto. Es mágico disfrutar, alrededor de las 19:00, de la caída del sol desde la terraza de la habitación. Lástima que decenas de turistas piensen lo mismo y se amontonen en la zona (el tránsito entre todos los hoteles de la zona es libre y en cuanto te descuidas, te encuentras caminando entre habitaciones).

Uno de los detalles que más me gustaron de nuestra estancia en el White fue el desayuno. No hay buffet ni comedor, sino que se sirve en privado, en la espectacular terraza de la habitación. Puedes escoger entre un montón de opciones culinarias e incluso la hora a la que quieres que te lo sirvan. Es maravilloso despertarse, salir al sol y sentarse a disfrutar de un  desayuno (la calidad de la comida es bastante mediocre por desgracia) con unas vistas tan espectaculares.


La habitación es grande, muy bonita, con un baño moderno y cómodo. Está decorada siguiendo la estética limpia y aséptica de todo el hotel, en un estilo sobrio pero realmente acogedor. Nos encantó el detalle del jacuzzi exterior, que permite relajarse admirando el fascinante paisaje. Las piscinas son pequeñas, pero suficientes para darse un chapuzón y refrescarse del calor (una vez más, si escoges las habitaciones sencillas, al estar pegadas a la piscina, verás tu intimidad invadida).

Un último dato; es un hotel solo para adultos, cosa que se agradece y más con las reducidas dimensiones del lugar. No hay que preocuparse por niños que disturbien la paz (una de las cosas que más me agobia de muchos hoteles).



En resumen, una buena experiencia, un hotel bonito, y salvando los problemas de intimidad, una gran estancia en Santorini. Y recordad, aunque las habitaciones del piso inferior son las más asequibles, la privacidad es prácticamente cero. Huid de ellas. Merece la pena pagar un poco más y tener mayor privacidad; lo agradeceréis.

Lo mejor: el jacuzzi en la terraza de la habitación, los desayunos al aire libre, las vistas.

Lo peor: La falta de privacidad es realmente chocante, sobre todo al principio. La calidad del desayuno muy mediocre. El trato es correcto, pero quizá menos especial de lo que uno espera.

Precio medio: 440 euros/noche en temporada alta.

¿Volvería?: Lo dudo. Volvería a Santorini, pero aprovecharía para descubrir algún otro hotel, dado que la oferta es amplísima, y hay algunos realmente espectaculares. Si vuelvo, trataré de encontrar además un hotel que ofrezca mayor intimindad dentro de lo posible. El hotel White está bien, pero me da la sensación de que no es distinto ni mejor que otros de la misma zona.

Mi puntuación: 7/10

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